Si cierras tus ojos y te imaginas a Cristo, ¿cómo se ve? Yo pienso que la mayoría de las personas visualizan a Cristo crucificado o al Cristo de la película La Pasión de Cristo: un Cristo ensangrentado y sufriendo. Visualizan al Cristo víctima. En el mundo Católico Hispano la mayoría de la imágenes que vemos reflejan este Cristo.
Cristo sí sufrió y sí murió, pero no fue víctima. Nadie le quitó su vida, sino que él la dio libremente. Cuando Pedro trató de defenderlo con violencia, lo paró, y sanó a su enemigo. Fácilmente hubiera podido llamar a diez mil ángeles a defenderle, pero no lo hizo. Morir era su misión, su propósito por la cual vino a este mundo. En Juan 10:18 Jesús dice: «Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre.» Una víctima es alguien quien sufre impotentemente a causa de otra persona. Es débil y no puede defenderse. Pero Jesús no fue una víctima: él dio su vida libremente. Nadie se la quitó.
Pero aun más, Jesús no quedó muerto: ¡Resucitó! Venció al enemigo más potente de este mundo: la muerte. Le robó a Satanás su arma más fuerte y lo dejó impotente. Regresó a la vida para darnos a nosotros vida.
Mucha gente no conoce a este Cristo. Muchos, especialmente en la comunidad Hispana, que tanto conoce el sufrimiento y la opresión, no conocen el poder y la victoria del Cristo vivo, del Cristo que resucitó. Los que conocen al Cristo vivo, el vencedor, él que no fue víctima, no se dejan ser victimizados tampoco. Los que conocen al Cristo vivo empiezan a vivir vidas de victoria también. Aunque se enfrentan a dificultades, con el poder de Cristo se los enfrentan con confianza y valentía....y los sobrepasan. Ya no tienen miedo. Y como dijo tan famosamente Cesar Chávez: «A los que ya no temen no se les puede oprimir.»
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